lunes, 24 de febrero de 2025 00:20
Hoy se cumplen tres años desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, con un saldo desolador.
Miles de muertes, masiva destrucción, desplazamiento forzado. Un panorama que se ha convertido en la cotidianidad de los ucranianos desde hace tres años.
De las masacres durante la primera fase de la guerra, como las que desgarraron a Bucha e Izium, Rusia pasó a recrudecer sus ataques por aire y tierra, con golpes contra la infraestructura civil y energética, aún incesantes.
Los movimientos en el terreno visibilizan la magnitud de una ocupación que amenaza la seguridad europea y la hasta hace poco sincronía occidental. Tres años de guerra y una negociación de paz en ciernes de la que Ucrania no es protagonista.
Si bien hace tres años el Kremlin desveló su objetivo de ocupación total tras el aumento exponencial en su despliegue militar en las fronteras, pese a que durante meses había negado que planeara una invasión de su vecino país, la agresión había iniciado años antes.
La guerra actual ya planteaba un mutilamiento del mapa ucraniano, en una parte del este, con las zonas controladas por los separatistas prorrusos en las provincias de Donetsk y Lugansk, y en el sur con la adhesión rusa de Crimea, anexionada por Moscú en 2014, justo antes del inicio de la guerra del Donbass.
Decidir sobre Ucrania, y en el fondo sobre Europa, sin ninguno de los dos protagonistas en la mesa es la visión con la que el factor Donald Trump irrumpe en escena y marca el tercer aniversario de la guerra, mediante las negociaciones que su Administración inició con Rusia el pasado 18 de febrero.
Una negociación con tono de concesión hacia Moscú, a juzgar por la advertencia de Washington de considerar “poco realista” que Ucrania retorne a las fronteras anteriores a 2014 y la negativa frente a su incorporación a la OTAN, en concordancia con las reiteradas exigencias del Kremlin.
El punto clave para una eventual disuasión en Europa frente a Rusia recae en la interpretación y ejecución del artículo 5 de la OTAN, ya que no necesariamente activa de forma automática la defensa coordinada.
En este punto, si Trump retira su apoyo a Ucrania, la suerte de Zelenski estará echada, y Europa habrá sufrido una derrota impensada ante Putin.