jueves, 6 de marzo de 2025 00:53
Desde su lanzamiento en diciembre de 2020 hasta hoy, la Liga de Gobernadores del Norte Grande hizo una parábola que arrancó con fuertes ímpetus y un decidido apoyo de Casa Rosada, hasta este presente de tono protocolar, poca actividad, indiferencia y desinterés de Nación y proyectos desperdigados de futuro incierto. El último encuentro de los mandatarios se hizo allá por noviembre del año pasado, con un espíritu de cuerpo opacado y diezmado. Este año, y ya vamos por marzo, no se juntaron ni una vez. La idea original de dejar diferencias políticas a un costado y trabajar juntos por la región, parece carecer de sentido en pleno gobierno libertario, donde poco y nada le importan los reclamos de los gobernadores a un presidente como Javier Milei, que literalmente prometió “mearlos” y ni siquiera visitó una vez a la mayoría de las provincias que integran este debilitado bloque. Hoy todo indica que se consigue más con un acercamiento individual y directo a Casa Rosada, lo que a su vez genera roces entre la fauna de aliados, amigables, dialoguistas, opositores y cuantas categorías quieran crearse según el trato de cada distrito con el hombre de cabellera desordenada. Todos firmaron el Pacto de Mayo, que nada cambio en los hechos, y se acentúa una división que hace peligrar el proyecto común, luego del grotesco fiasco que fue la estafa publicitaria del Plan Belgrano macrista para esta parte del país.
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El Norte Grande constituye más del 30 por ciento de toda la superficie territorial continental argentina, el 22 por ciento de la población nacional y un tercio de toda la superficie cultivable agrícola. Además genera minerales estratégicos para el desarrollo del país como litio y cobre, junto a hidrocarburos y energía renovable. Pese a todo, sigue siendo una región postergada, siempre con los indicadores sociales más adversos, fruto de asimetrías históricas. Unirse para intentar cambiar esa realidad parecía, más que una buena opción, la única opción posible. Pero Milei supo aplicar aquello de “divide y reinarás”, y hoy no tienen el mismo peso, ni voz, ni voto, un Osvaldo Jaldo tucumano alineado con Milei desde el día uno, que un Gildo Insfrán formoseño a quien quieren directamente desplazar del poder, por mencionar sólo los casos más emblemáticos.
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Hay algunas actividades menores. Alguna misión comercial con participación parcial, algún encuentro de vicegobernadores, o parlamentos regionales como el programado para fines de este mes, con la sospecha de que será tan inocuo e intrascendente como lo fue el Parlamento del NOA durante años. El poder, imprescindible para los grandes cambios, se juega en otra parte, y la unión necesaria asoma utópica por estos días, sobre todo en la antesala de un proceso electoral tan complejo como el que se avecina. Una pena por el Norte, porque la historia demuestra que Tucumán, Salta, Chaco, Misiones, Corrientes, Santiago del Estero, Jujuy, Formosa, Catamarca y La Rioja no han conseguido gran cosa peleando cada una por su lado.
El Esquiú.com