Ayer se celebró el Día Nacional de la Lucha contra la Violencia de Género en los Medios de Comunicación, fecha instituida desde 2015, año de la sanción de la Ley 26485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales.
La norma apunta a desterrar de los medios de comunicación discursos fuertemente arraigados y basados en estereotipos que terminan discriminando por género u orientación sexual. El propósito es promover la igualdad entre mujeres y varones a través de un tratamiento plural de la información.
La ley menciona como violencias a erradicar la simbólica y la mediática. La simbólica se vincula con aquellos discursos que “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos, transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”. La mediática, por su parte, se refiere a la difusión de “mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”.
Los medios de comunicación hacen un aporte trascendente en la conformación del pensamiento social, en la construcción de una visión del mundo. Y lo hacen para mal y para bien, porque así como son vehículos por los que circulan discursos que estigmatizan, también son herramientas para la inclusión de derechos y la igualdad.
En el tema que nos atañe resulta clave para superar las prácticas discriminatorias y constitutivas de estereotipos la construcción de los mensajes con una perspectiva de género, que además sea respetuosa de todas las identidades de género, incluidas las no binarias.
La fecha también sirve para reflexionar respecto de las situaciones de violencia sexista que han vivido siempre muchas mujeres periodistas, pero que se ha exacerbado en el último año a partir de los ataques discursivos de representantes del Gobierno nacional, en particular del propio presidente de la Nación.
El auge de las redes sociales, que no tienen las regulaciones de los medios de comunicación, ha incrementado los discursos de odio sexistas y homofóbicos. Y sin esas regulaciones, y sin organismos que, como ocurría hasta hace un año, contribuían a ponerles un freno, tal el caso del desaparecido INADI, los mensajes odiantes y discriminatorios circulan con fluidez, causando daños difíciles de reparar en el tejido social y, también, en la libertad de expresión.