miércoles, 12 de marzo de 2025 09:45
A los 18 años, Juan Olivera se fue de Catamarca en busca de nuevas oportunidades hacia Bahía Blanca. Allí, se enamoró. Chacarero él, de Santa Cruz, formó su familia y hoy a los los 53 años encontró una oportunidad en medio del terror y la tristeza por las inundaciones: ayudar a los más necesitados.
En diálogo con Radio El Esquiú 95.3, Juan contó en exclusiva como es la situación en Bahía y cómo ayuda a los más necesitados. «Soy service oficial de casi todas las marcas del mercado. Y, bueno, trabajo independiente, con mi hijo, con la familia, y, bueno, este es mi trabajo. Y, como no sé, hago muchas cosas, aparte, bueno, soy electricista, tengo muchos oficios, porque siempre me fui capacitando, porque hoy en día hay que capacitarse para poder prosperar».
Juan contó que el domingo pasado junto a su hijo decidieron salir en camioneta para socorrer a las familias, arreglándoles las heladeras o en algunos casos el lavarropas, aunque éste último mucho más complicado. «Sabemos que mucha gente tiene medicación, sobre todo eso, los abuelos, porque hay mucha gente con medicación, insulina, así que bueno, salimos, nuestra humildad, o lo que podemos poder hacer, es poder colaborar con algo».
Cuando la gente me quiere pagarle, no le aceptamos, viste, pero me dice, ‘tomá, te colaboro con algo’, ‘vos gastás combustible’, y yo le digo, si vos me das laburo, me vas a dar laburo durante el año, siempre me diste trabajo, mi ciudad me da trabajo, y para mí eso es mucho, y es una forma de devolver lo que me dan, y le digo a la gente, ¿cómo te voy a cobrar? Mira si paguiste todo. Imposible, imposible. Le digo, ¿querés colaborar? ¿Querés colaborar conmigo? Bueno, ponete bien, cuando pueda, andá a comprar un paquete de fideos, un pañal, llévale a la gente que realmente necesita.
El catamarqueño también contó en carne propia lo que sufrió su taller ante las inundaciones que en algunos casos alcanzaron los 1,6 mts de altura. Llegó casi hasta la puerta, pero a dos cuadras hizo mucho daño, según, viste, por el nivel de las calles, bajaba mucha más agua, viste. Yo fui a sacar mi hija que estaba a cuatro cuadras, adonde vive, y entré con el agua casi hasta la cintura».
«Nosotros (catamarqueños) tenemos humildad. Humildad. Compromiso con los demás. Siempre, digo, tenemos nuestra morocha, le digo yo a mi Virgen del Valle, que siempre me acompaña a todos. Y, bueno, a saludar a toda mi familia y, bueno, a seguir peleándola», cerró.