jueves, 3 de abril de 2025 02:23
Es realmente penoso que en el día dedicado a conmemorar la Gesta de Malvinas, honrando a los caídos y los excombatientes que pusieron cuerpo y alma para defender a la Patria, nada menos que el Presidente de la Nación se despache con una de las mayores torpezas que se recuerden en declaraciones oficiales. Queda claro que Javier Milei no es precisamente un iluminado orador ni un hábil declarante, más allá de que deba buena parte de su popularidad a su arsenal de exabruptos, e incluso admitiendo que pueden haberle servido para destacarse como panelista de televisión, ser candidato, legislador y luego legítimo presidente. Pero hay momentos y momentos. Que deslice una frase fuera de lugar en una entrevista vaya y pase, en un acto oficial de una de las jornadas más caras a los sentimientos de los argentinos, ya es demasiado.
La colección de estupideces que dijo Milei en el acto central por el aniversario de Malvinas, es imposible de digerir. Incluso de disimular. Milei, que es nada menos que el presidente argentino, señaló que anhela que el país mejore para que alguna vez los habitantes de las islas quieran ser argentinos. ¿Y qué son ahora? Si hace más de un siglo que Argentina reclama que se reconozca su soberanía sobre ese territorio. ¿Son ingleses? Milei, que se despachó en su discurso con un “Viva la libertad carajo”, su simpática proclama partidaria pero que nada tiene que ver con el homenaje a los héroes; llegó a decir que espera que los malvinenses lo voten… sencillamente una insensatez. Y en todo su discurso no condenó ni una vez la ocupación ilegítima de nuestro territorio, lo cual es realmente grave.
Todos podemos equivocarnos, y también él. Es humano. Pero se supone que esta no fue una declaración improvisada. Fue un acto oficial, un acto que se hace todos los años desde hace cuatro décadas y que se volverá a hacer el 2 de abril del año que viene. No hay manera de que lo haya tomado por sorpresa. Entonces, cabe preguntarse si ese furcio fue en realidad o un furcio, o es el verdadero reflejo del pensamiento y el sentimiento del mandatario, -que ya supo alguna vez hacer pública su admiración por Margaret Tatcher- líder de un Gobierno que presentó mapas en actividades gubernamentales obviando los archipiélagos sureños. La sumatoria de “errores” permite entonces preguntarse qué tanto hubo de error en este patético mensaje. Queda solo disculparse con los héroes, y esperar que Milei entienda lo que implica la investidura que se le concedió, al menos en una cuestión tan delicada como la guerra, donde tantos compatriotas dejaron su sangre y su vida.
El Esquiú.com