jueves, 15 de mayo de 2025 19:55
La situación política en Bolivia se encuentra claramente en un punto crítico. A solo tres meses de las elecciones presidenciales, el escenario se volvió más incierto y tenso, en gran parte por la disputa en el seno del Movimiento al Socialismo (MAS) y la polarización creciente en torno a la figura de Evo Morales.
Por su parte Evo Morales insiste en su candidatura pese a la inhabilitación y decidió desafiar la resolución judicial que le impide postularse, aludiendo a una supuesta persecución política similar a la del Plan Cóndor, lo que eleva el tono del conflicto y apela a una narrativa de victimización histórica. Su llamado a movilizaciones hacia La Paz es una señal clara de que busca presionar políticamente desde las calles.
La renuncia de Luis Arce a postularse complica aún más la unidad del oficialismo. Con Morales fuera (al menos de momento) y Arce retirado, el camino queda abierto para una figura más joven como Andrónico Rodríguez, actual presidente del Senado, quien representa un ala del MAS que intenta renovar el liderazgo sin romper completamente con la figura de Morales.
La difícil situación económica, sumada al desgaste político del gobierno de Arce, ha erosionado el apoyo popular, lo que pone a la izquierda boliviana en una posición frágil frente a las elecciones. Esto también podría abrir espacio a candidaturas opositoras si logran capitalizar el descontento social.
Bolivia se dirige hacia unas elecciones presidenciales marcadas por la incertidumbre legal, la fragmentación política y un malestar social profundo. La capacidad del MAS para resolver sus conflictos internos y presentar una candidatura sólida será clave para su futuro, mientras la oposición observa de cerca, a la espera de capitalizar la crisis.