León XIV asumió oficialmente como Papa con la misa de entronización que se celebró este domingo en el Vaticano ante más de 150.000 fieles y, en su primera homilía como el 267° Obispo de Roma, aseguró que fue «elegido sin ningún mérito» y abogó por la unidad de la Iglesia católica en «la hora del amor».
Antes de la ceremonia, el pontífice realizó su primer recorrido en el papamóvil hacia una Plaza de San Pedro repleta en la que se reunieron autoridades civiles, religiosas y más de 150 delegaciones extranjeras. La comitiva argentina estuvo encabezada por el canciller, Gerardo Werthein, y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello.
La misa comenzó dentro de la Basílica con una oración ante la tumba del Apóstol San Pedro. Desde allí, el Evangeliario, el Palio (la banda blanca que se apoya sobre los hombros) y el Anillo del Pescador fueron llevados en procesión hasta el altar en el atrio de la Plaza de San Pedro.
«Fui elegido sin ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una sola familia», se presentó el Papa.
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Primer recorrido del #PapaLeónXIV en el papamóvil por la Plaza de San Pedro y Vía de la Conciliación antes de la santa misa por el inicio del ministerio petrino del Obispo de Roma. pic.twitter.com/ZjSweDIfh6
— Vatican News (@vaticannews_es) May 18, 2025
Recordó a su predecesor, Francisco, cuya muerte «nos dejó como ovejas sin pastor», y adelantó que su tarea será «custodiar el rico patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, afrontar las preguntas, inquietudes y desafíos de hoy». En particular, destacó dos dimensiones de su misión: el amor y la unidad.
«La Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la caridad de Cristo. No se trata nunca de capturar a los demás con prepotencia, propaganda religiosa o medios de poder, sino siempre y únicamente de amar como lo hizo Jesús», afirmó.
Recordó a su predecesor, Francisco, cuya muerte «nos dejó como ovejas sin pastor», y adelantó que su tarea será «custodiar el rico patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, afrontar las preguntas, inquietudes y desafíos de hoy». En particular, destacó dos dimensiones de su misión: el amor y la unidad.
«La Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la caridad de Cristo. No se trata nunca de capturar a los demás con prepotencia, propaganda religiosa o medios de poder, sino siempre y únicamente de amar como lo hizo Jesús», afirmó.