miércoles, 2 de julio de 2025 21:40
La combinación de viento, cambios bruscos de temperatura y ambientes calefaccionados puede afectar la piel que no queda cubierta por los abrigos.
Las zonas más vulnerables, como la cara, y, en especial, los labios y las manos, tienden a resecarse, enrojecerse o agrietarse con mayor facilidad.
Comprender cómo reacciona la piel ante las bajas temperaturas es fundamental para prevenir molestias y evitar el agravamiento de problemas dermatológicos existentes.
“El invierno trae consigo un conjunto de factores que impactan en la salud de la piel: la vasoconstricción reduce el flujo de oxígeno y nutrientes, mientras que la calefacción reseca el aire, provocando una pérdida de humedad en la epidermis”, señala la dermatóloga del CMC Mendoza de Boreal Salud, Andrea Pascual.
Es vital recordar que las manos y los labios deben hidratarse dos veces al día, debido a su sensibilidad ante la sequedad.
Se recomienda aplicar una crema de manos rica en nutrientes y protectora luego de lavarlas, así como utilizar bálsamos labiales que contengan ingredientes emolientes y reparadores, como manteca de karité o ceramidas, para evitar labios agrietados.
Además, es esencial evitar las duchas con agua muy caliente, ya que provocan sequedad cutánea, picor e incluso dermatitis.
“Por lo tanto, en invierno, lo más recomendable para cuidar la piel es optar por duchas con agua tibia”, sugieren los especialistas.
Consejos prácticos
Para tomar medidas preventivas, se sugiere incorporar los siguientes seis hábitos a la rutina diaria:
1. Hidratación interior y exterior: beber suficiente agua diariamente y aplicar cremas hidratantes por la mañana y por la noche, aumentando la frecuencia si la piel lo requiere.
2. Limpieza suave: seleccionar productos hipoalergénicos y evitar jabones que puedan perturbar la barrera cutánea natural.
3. Protección solar todo el año: aunque no brille el sol, los rayos UV continúan presentes y pueden dañar la piel. Es crucial usar protector incluso en invierno.
4. Labios cuidados: al ser una de las áreas más sensibles, es indispensable hidratarlos varias veces al día con bálsamos específicos.
5. Cuidado con el calor intenso: evitar el contacto inmediato con estufas, radiadores o duchas muy calientes, ya que los cambios de temperatura pueden perjudicar la piel.
6. Humidificación en el hogar: utilizar humidificadores ayuda a mantener un ambiente equilibrado y previene la sequedad causada por la calefacción.
La constancia es vital. Así como en verano el uso de protector solar no es discutible, en invierno también deben adoptarse hábitos que fortalezcan la salud cutánea.
Una piel bien cuidada no solo se ve mejor, sino que también protege mejor al cuerpo frente a agresiones externas.
A pesar de esto, es común que la piel emita señales, como grietas, enrojecimiento persistente, picazón o descamación, a las que los especialistas aconsejan prestar atención, aún al incorporar estos cuidados a la rutina diaria.
En tales casos, se sugiere consultar a un especialista para evitar complicaciones o el agravamiento de afecciones como dermatitis o rosácea.
“El frío no solo resulta incómodo: también puede acarrear consecuencias visibles y molestas si no se actúa a tiempo. La clave radica en prevenir, proteger y mantener una rutina de cuidado constante”, concluyen desde Boreal Salud.