Fiambalá, uno de los destinos más visitados de Catamarca, atraviesa días de tensión en plena temporada turística. Desde hace semanas, una obra de cloacas que se ejecuta en torno a la plaza principal de la localidad, está generando un gran malestar entre vecinos, comerciantes, artesanos y visitantes.
Aunque se trata de una obra necesaria para el saneamiento de la zona urbana, muchos se preguntan por qué fue iniciada justamente ahora, durante el receso invernal, cuando se registra un alto movimiento de turistas y actividad comercial. La intervención en la plaza central, epicentro del movimiento local, ha obligado a restringir el tránsito vehicular y peatonal, impidiendo estacionar y dificultando el acceso a los negocios que la rodean.
“Está todo cortado, no se puede entrar ni salir en auto, y encima no hay carteles que indiquen por dónde desviarse para los que no conocen”, comentó un comerciante del sector céntrico. Desde los bares y locales gastronómicos, expresaron su preocupación por el impacto directo en las ventas. “Se levanta tierra todo el tiempo, con el viento es insoportable. No podemos poner una mesa en la vereda porque nadie se quiere sentar en medio del polvo”, sostuvo el propietario de un bar ubicado frente a la plaza.
Otro comerciante agregó: “La gente ni siquiera pasa, ve las máquinas, la zanja y se va para otro lado”.Los más afectados también son los artesanos, quienes habitualmente montan sus puestos alrededor de la plaza, y hoy ven su espacio inutilizable. “La gente no se acerca, no se puede caminar bien por la tierra, es peligroso con chicos o gente mayor. Nosotros vivimos de esto”, explicó un feriante que cada invierno se instala en este lugar. El reclamo se repite entre vecinos y empresarios locales.
La pregunta que surge en cada conversación es la misma: “¿No podían haber hecho esto en otro momento?”. Para muchos, se trata de una decisión que muestra falta de planificación. “Sabemos que la obra es importante, pero no puede ser que empiecen justo cuando Fiambalá espera recibir a la mayor cantidad de gente del año”, señaló un propietario de cabañas.Desde el sector turístico también apuntaron a las consecuencias de la falta de previsión. “Estamos tratando de promocionar el destino, atraer visitantes, y nos encontramos con calles rotas, tierra en el aire y el centro bloqueado. Así no se puede trabajar”, remarcó un operador local.
Quejas recurrentes en las Termas y servicios limitados
A los inconvenientes generados por las obras se suman quejas de larga data por el funcionamiento del complejo termal, uno de los principales atractivos turísticos de Fiambalá. Las críticas de los visitantes se centran en tres aspectos: el sistema de ingreso, la limpieza y el servicio gastronómico.
Uno de los puntos más cuestionados es que las entradas al complejo solo se obtienen de forma presencial. No se permite la reserva anticipada, ni siquiera ofreciendo el pago por medios virtuales o telefónicos. “Viajamos desde Córdoba solo para conocer las termas, pero cuando llegamos nos dijeron que ya no había más entradas. No te permiten reservar ni nada”, lamentó un turista.
Otro reclamo frecuente tiene que ver con el estado general del lugar. “Faltan controles, hay barro en los alrededores de las piletas y uno entra con los pies sucios porque no hay caminos secos. Es incómodo y antihigiénico”, expresó una visitante. Las condiciones de los baños también generan malestar. “Los baños tienen poca limpieza, y sin personal que vigile si se cumple el uso adecuado del espacio. Hay gente que entra a las piletas con ropa común, algunos hasta comiendo o fumando al lado del agua, con la cantidad de gente, deberían poner mas empleados”, relató otro turista, al tiempo que también manifestó disconformidad con la atención en el bar del complejo por las demoras y lo limitado el servicio.
En tanto, en el casco urbano de Fiambalá, los turistas también manifestaron dificultades para conseguir dónde desayunar o tomar un café. “Muchos locales abren recién al mediodía o por la noche. En la mañana no hay dónde sentarse a tomar algo”, señaló una pareja de San Juan. Para otros, la escasa variedad gastronómica resulta un obstáculo para prolongar la estadía. “Con tanta gente, esperábamos más opciones para comer bien y disfrutar del centro. Hay poca oferta y no se condice con el nivel de visitantes que recibe el lugar”, dijeron.
Fiambalá es reconocida por su entorno natural, su patrimonio histórico, las Termas enclavadas en la montaña y la cercanía a los Seismiles, además de ser un punto estratégico de la Ruta del Adobe. Sin embargo, las últimas semanas expusieron una serie de tensiones entre la necesidad de mejorar la infraestructura local y la experiencia de quienes eligen el destino año tras año.Por ahora, las obras continúan, los reclamos se multiplican y el turismo, si bien no se detiene, atraviesa una temporada con sombras inesperadas.