A la zona donde operaban, en Belgrano, la llamaban “casa”, por cómo conocían el lugar y se movían sin contratiempos. “Estamos zarpados de chorear ahí”, llegaron a admitir en conversaciones de WhatsApp. Sus víctimas, generalmente, eran clientes de una financiera que eran sorprendidos después de cambiar dólares. Se hicieron de botines millonarios. Pero un error los llevó tras las rejas: en uno de los golpes, uno de los delincuentes perdió su teléfono. El celular terminó siendo una pieza clave para la investigación y fue el puntapié para poder identificar a los sospechosos.
Así se desprende de una investigación del fiscal José María Campagnoli, de su equipo de colaboradores y de detectives de la Policía Federal Argentina (PFA).
“La investigación promovida en este expediente, la cual se basó en un exhaustivo análisis del teléfono que se le cayó a uno de los imputados tras cometer uno de los hechos -y de la compulsa de material fílmico y examen de listados telefónicos que reportaron actividad en el lugar de los desapoderamientos-, ha puesto al descubierto el funcionamiento de una organización criminal que, sin perjuicio que con el correr de las averiguaciones puedan aparecer otros miembros, hasta el día de hoy podemos afirmar que está integrada por Damián Mencia Irigoyen, Héctor Kapp y Martín Pérez. En igual sentido, se pudo establecer que tiene esta entidad delictiva una permanencia en el tiempo que se observa acreditada al menos desde el 6 de septiembre de 2024 a la actualidad, dedicada a la comisión de delitos indeterminados en el ámbito de esta ciudad”, sostuvo el fiscal Campagnoli en un dictamen donde le solicitó a la jueza nacional en lo criminal y correccional Karina Zucconi una serie de allanamientos y la detención de los tres sospechosos.
Mencia Irigoyen y Kapp fueron detenidos días atrás por detectives del Departamento Federal de Investigaciones (DFI) de la PFA. Pérez tiene vigente una orden de captura y se encuentra prófugo.
“La modalidad delictiva empleada y el tenor de las conversaciones que mantuvieron los imputados entre sí, y con terceros, dan cuenta que los sucesos bajo estudio no son episodios aislados, sino que fueron llevados a cabo de manera organizada y por quienes hacen de ello su profesión habitual. En su funcionamiento se destacan los asaltos en la vía pública a personas que previamente extrajeron importantes sumas de dinero -en moneda nacional y extranjera- de un mismo edificio situado en Olazábal al 1500 [a pocos metros de la avenida del Libertador], en Belgrano, los que consumaron valiéndose de motos y autos, a la vez que tendrían acceso y libre disposición de diversas armas de fuego y municiones”, sostuvo el fiscal Campagnoli en el citado dictamen.
La investigación, que en los últimos días tuvo un avance importante con la detención de dos de los sospechosos, comenzó después del golpe ocurrido el 6 de septiembre del año pasado, donde la banda se hizo de un botín de $2.500.000.
Ese día, un chofer de “pasajeros y artículos” fue desde su casa de Olivos, en Vicente López, a la financiera de Belgrano. Había sido contratado por una empresa radicada en Mendoza para retirar $2.500.000 y llevarlos hasta un depósito de telas de Lanús.
Una vez llegado a Belgrano, Germán Luis G., el chofer, estacionó su auto en un garaje y caminó hasta la financiera, donde le dieron el dinero que guardó en una mochila gris y negra.
“[la víctima] Retiró su vehículo, aproximadamente a las 14, y colocó la mochila en el piso, específicamente en el asiento delantero derecho. Al iniciar la marcha, circuló por la calle Mendoza y se detuvo en la intersección con la avenida del Libertador por la luz roja del semáforo. En ese instante, un delincuente rompió el vidrio delantero derecho del auto, introdujo su mano en el habitáculo y sustrajo la mochila que contenía el dinero. El chofer intentó retener la mochila, generándose un forcejeo entre ambos, durante el cual el asaltante perdió un teléfono celular que cayó en el vehículo. Finalmente, el ladrón huyó con la mochila por Mendoza y, al llegar a la intersección de esa calle con la avenida del Libertador, se subió a una moto conducida por un cómplice”, explicó el fiscal Campagnoli en el citado dictamen.
Pronto se supo que la línea telefónica estaba a nombre de Mencia Irigoyen. Se pudieron recuperar mensajes de WhatsApp que fueron clave para identificar a otros integrantes de la banda, como Kapp, al que se había agendado como Tiky.
“Entiendo que las probanzas incorporadas al legajo [como la activación de los datos móviles del teléfono celular en la escena del robo] permiten tener por acreditado que el otro agresor que participó junto a Mencia Irigoyen del suceso que dio inicio a la presente el pasado 6 de septiembre de 2024 es Kapp. Ellos no fueron los únicos que tomaron parte en este hecho delictivo, sino que hay un tercero, identificado como Martín Ezequiel Pérez, quien sería quien condujo la moto en la que escapó Mencia Irigoyen”, explicó el fiscal Campagnoli en el pedido dirigido a la jueza.
A Tiky Kapp el fiscal Campagnoli le adjudicó otro robo ocurrido en marzo pasado. Si bien no se detalló el monto exacto del botín, se lo definió como una “importante suma de dinero en pesos argentinos y dólares”. La víctima fue un cliente de la financiera situada en el edificio de Olazábal al 1500.
Tiky Kapp, según el dictamen del fiscal Campagnoli, participó de un robo ocurrido el 7 de mayo pasado. También en las inmediaciones de la financiera, en Belgrano. A la víctima le sustrajeron una notebook, US$700, $1.700.000, un pasaporte español, una escritura de un local en Villa Luro y recetas para tratamientos oncológicos y estudios médicos oncológicos.
Para avanzar en la investigación fue clave, además de la activación del paquete de datos móviles de la línea de Tiky, el análisis de las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona donde ocurrieron los robos.
“Los integrantes de esta empresa criminal ejecutan los planes trazados por la organización para la sustracción de dinero u objetos de valor que los damnificados guardaban en el interior de sus vehículos, ya sea prestando apoyo y logística a quienes llevaban adelante esos atracos (por caso, como ‘marcadores’: individualizando a las potenciales víctimas y transmitiendo sus características y las pertenencias de valor que se les podrían sustraer). Generalmente, uno o dos miembros de la organización se encargaban de ‘marcar’ a las potenciales víctimas cuando se encontraban en el interior del edificio [situado en Olazábal al 1500] -o en el garaje lindero y también cuando luego egresaban a la calle y partían hacia otro sitio a bordo de sus vehículos, dando aviso de los detalles de ello a sus cómplices de manera telefónica. A partir de ello, otros de los integrantes -en constante comunicación entre sí- comenzaban a seguir a los eventuales damnificados utilizando una moto que -a su vez- era secundada por otro auto y cuando hallaban la ocasión propicia, generalmente cuando las víctimas detenían la marcha del vehículo; uno de los agresores descendía del rodado y se abalanzaba sobre el auto de la víctima, rompía el vidrio de la ventanilla y se apoderaba ilegítimamente del bolso o mochila que contenía el dinero, documentación u objetos de valor que llevaban consigo. Luego, quien ejecutaba directamente el ataque, abordaba como acompañante la motocicleta referida, que lo aguardaba a escasos metros, y emprendían la huida a gran velocidad”, sostuvo el fiscal Campagnoli al pedir la detención de los sospechosos.