La desocupación avanza en casi todo el país
La explotación de recursos naturales sin valor agregado no llega a absorber los puestos de trabajo perdidos en las zonas industriales. El saldo, -98.800 empleos.
Desde que asumió Javier Milei la presidencia se perdieron en territorio bonaerense 33.156 puestos de trabajo, según un estudio privado. Esa cantidad no alcanza a ser absorbida por las provincias de base productiva centrada en la explotación de recursos naturales, como Neuquén, donde el empleo creció para 6.156 personas. En la antesala del domingo electoral datos de empleo y cierre de empresas dejan en rojo al Amba, entre otras regiones del país.
La explotación de recursos naturales sin valor agregado no llega a absorber los puestos de trabajo perdidos en las provincias industriales. Según detallaron desde el Instituto Argentina Grande (IAG), la variación de empleos registrados privados en Argentina arrojó un saldo negativo de 98.800 puestos de trabajo, donde las provincias que tuvieron un crecimiento laboral no llegan a absorber las pérdidas en las regiones negativamente afectadas. El contraste entre Buenos Aires y Neuquén es elocuente. En territorio bonaerense predomina el empleo industrial que acusó una baja de 33.156 puestos entre noviembre de 2023 y mayo de 2025, mientras que en Neuquén –donde el trabajo se centra en la explotación del yacimiento de Vaca Muerta- se incorporaron solo 6.151 empleos.
La dinámica tiene un correlato en materia de empresas. Desde noviembre de 2023 cerraron 15.564 firmas en el país, según otra investigación del IAG. Buenos Aires también encabeza el ranking de las más afectadas, con 4.293 cierres, seguida por Córdoba, que perdió 2.290 unidades productivas, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con una merma de 2.090 empresas. En todas las provincias, sin excepción, cerraron más firmas de las que abrieron, marcando una tendencia de contracción generalizada en el entramado empresarial.
Este domingo se realizan las elecciones en Buenos Aires, desdobladas de las nacionales, para elegir diputados y senadores provinciales, además de autoridades municipales. El oficialismo –responsable de la pérdida masiva de empleos privados en la región- busca polarizar con el peronismo del gobernador Axel Kicillof, en medio del fantasma de una crisis si el resultado no le favorece. Si se amplía la comparación provincial que mostró el IAG solo tres provincias incorporaron fuentes de trabajo en el período; la mencionada Neuquén con 6.151 empleos, seguida por Mendoza con 3.596 puestos de trabajo y Río Negro con 682 empleos. En suma contabilizan unos 10.429 empleos, que no alcanzan a contrarrestar la merma en los puestos de trabajo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba). La suma de la pérdida de empleo bonaerense y en Caba arroja un negativo de 47.992 empleos. Es un interrogante si esta performance que afecta a la vida personal de miles de argentinos impactará definitivamente en las elecciones del 7 de septiembre.
Otras provincias con pérdidas significativas de empleo fueron Santa Fe con un saldo negativo de 8.526; seguida por Santa Cruz, – 7.939, y Córdoba con –7.437 puestos de trabajo.
Por sector
La variación absoluta a nivel país muestra 98.800 puestos de trabajo perdidos desde que asumió el gobierno de Javier Milei. Si el cruce de los datos sigue un criterio según rama de actividad, solo tres mostraron crecimiento en el período que va desde noviembre de 2023 a mayo de 2025. A saber: comercio y reparaciones con 27.100 puestos de trabajo creados, agricultura y ganadería con 10.300 empleos y pesca con 1.300. Es decir, una especialización laboral donde las ramas más sofisticadas no ponderan en el total de crecimiento del empleo, más bien predomina la primarización productiva.
Por el contrario, en la otra punta del ranking, se encuentra el sector de la construcción que perdió 59.800 puestos de trabajo privados registrados (pero el número total sería más grande ya que predomina aquí el empleo informal). La industria es la segunda en el piso del ranking: se destruyeron 33.100 empleos desde que asumió Milei. En este sentido sorprende todavía encontrar voces en el oficialismo que defiendan la idea de que la actividad económica está en una fase de auge. Pese a que se proyecta un crecimiento del 4,4 por ciento en 2025, responde básicamente a un efecto estadístico: el arrastre por comparar con un año muy malo en materia de actividad como fue el 2024.