Milei describió un cuadro de inestabilidad al borde de la catástrofe, frente al que alzó una única salida: obtener un triunfo arrasador en las elecciones. Hasta que se produzca este hecho providencial, nada puede hacer.
A los contertulios les habrá llamado la atención que el jefe de Estado intentara seducirlos con una confesión de impotencia, sobre todo porque no votan en la Argentina y pueden hacer muy poco para intervenir en el proceso electoral, en el caso de que les interesara.
La confabulación que denunció el Presidente articula a los gobernadores, el Congreso y, obviamente, el kirchnerismo. Algún vestigio de racionalidad subyacente le sugirió abstenerse de incluir elementos del espionaje ruso y venezolano, operadores del presidente de la AFA Carlos “Chiqui” Tapia y periodistas desestabilizadores. Tampoco aludió a las ansias de asesinarlo que tienen sus incontables enemigos, tal vez por la nula repercusión internacional que semejante denuncia había tenido al propalarla poco antes del cierre de Moreno, en una entrevista concedida a una cadena periodística francesa.
La conjura
El tamaño, la sofisticación y las ramificaciones de la conjura contra las ideas de la libertad son, de todos modos, escalofriantes.
Los pérfidos mandatarios provinciales, reveló Milei, “decidieron separar las elecciones locales de las nacionales, con la idea de desalentar a los votantes”.
“Gracias a esta apatía generada, se reduce la cantidad de votantes permitiéndoles a quienes controlan los distritos mandar a votar a sus clientes y así ganar las elecciones: el famoso voto rentado que tantos años el Cristianismo ha fomentado”. El Cristianismo… Nótese la envergadura del enemigo y desde cuando viene desarrollándose la siniestra trama.
A esta minuciosa sincronización de caciquejos se suman las tribus del Congreso, ámbito de operaciones dilecto del kirchnerismo, donde “los políticos llevan tres meses intentando lanzarnos un misil fiscal que aumente el gasto público, con la intención de tumbarnos el superávit y retornar al sendero de la emisión, inflación y miseria”.
“El clima de ruido cambiario y monetario que estamos viendo estas semanas no responde a fisuras en nuestro programa económico, sino que son turbulencias deliberadamente inducidas por la oposición política. Una oposición cuyo comportamiento en el Congreso no tiene que ver con impulsar iniciativas legislativas reales, sino meramente con el boicot político constante”, se quejó.
Tamaños canallas “no están respondiendo a los intereses de la sociedad; están respondiendo a sus propios intereses y están haciendo todos los esfuerzos posibles para tumbar nuestro plan económico. No les importa quebrar al país y sumir a la gente en la espiral de la inflación, la miseria y el caos una vez más. Lo único que les importa es que este Gobierno fracase. Ese es el tipo de calaña con la que convivimos y contra la que luchamos, es el tipo de calaña que vamos a terminar de desterrar en nuestro país muy próximamente”, prometió.
Insólito
Deben existir escasos precedentes, si es que existe alguno, de un Jefe de Estado que haya expuesto ante potenciales inversores un escenario tan dantesco del país que conduce.
Es como si un sujeto tentara con el matrimonio a una dama advirtiéndole que, aparte de no tener medios de vida, es infiel contumaz, alcohólico, ludópata y vago, polígamo, moroso consuetudinario, cliente habitual de usureros y prófugo de la Justicia, pero le prometiera que tales inconvenientes desaparecerán una vez que agarre las cuatro cifras en la quiniela o Bacchiani le pague.
No es la primera vez que Milei habla ante inversores convocados por Milken. Su primer discurso en tan selectos ámbitos fue hace 15 meses, en mayo de 2024, también en Los Ángeles, en un encuentro del Milken Institute.
“Miro a la Argentina con todos los cambios que estamos emprendiendo y veo que estamos a contramano del mundo. Mientras Occidente gira hacia el control y hacia la imposición, la Argentina gira hacia la confianza de sus ciudadanos en el ejercicio de su libertad. Mientras Occidente gira hacia el chamanismo económico y hacia formatos insostenibles de heterodoxia que ponen en peligro el futuro de todos, la Argentina vuelve al sendero de la razón, a las ideas del sentido común”, pontificó entonces, convocando a confiar e invertir en la Argentina.
Milken, conocido como “el rey de los bonos basura”, que estuvo preso en los 80 pero ahora se ha redimido en filántropo, le armó otra platea en enero, en el marco de la asunción de Donald Trump en Washington DC, ante la cual el líder libertario se explayó también en autocelebraciones.
Un mes después quedó envuelto en un escándalo internacional por haber promocionado la criptomoneda fraudulenta LIBRA.
Omisiones
A los inversionistas estadounidenses y de cualquier lugar del mundo han de importarle poco las alternativas políticas domésticas de la Argentina. Lo que sí deben tener bastante claro es que el principal responsable de generar condiciones de estabilidad mínimas para arriesgar capitales en actividades que no sean la mera especulación financiera es el Presidente. O sea, el mismo Milei que hace 15 meses, en los albores de su mandato, se presentaba ante ellos como faro de Occidente y los instaba a dar un salto de fe.
Capaz que alguno de los que escucharon su última exposición se conmovió ante tantas adversidades juntas, pero a ningún argentino medianamente informado pueden escapárseles ostensibles omisiones.
El Congreso al que ahora vitupera le dio a Milei, tras arduas tratativas, con mayor o menor holgura, todas las herramientas que solicitó empezando por la Ley Bases y le blindó durante más de un año vetos y decretos de necesidad y urgencia para que ejecutara sus medidas. La mayoría de los gobernadores le prestó colaboración y firmó el Pacto de Mayo.
Fue Milei, empecinado en el mesianismo, las denigraciones y los agravios, el que se aisló al dinamitar todas y cada una de las posibilidades de forjar un orden sensato que trazara un horizonte de previsibilidad. Sus desvaríos gangrenaron a su propia fuerza política, en un proceso de degradación que el incidente de las coimas hizo eclosionar y aceleró. Que el jefe de Gabinete Guillermo Francos haya tenido que desautorizar las desagradables apreciaciones del “Gordo Dan” Parisini sobre el senador Luis Juez y su hija, que padece parálisis cerebral, es la última perla del deterioro político e institucional: el “Gordo Dan” anticipaba los despidos del gabinete desde la impunidad de su cuenta de X.
No hay boicot; hay autoboicot. Lo que el Presidente no organizó en su momento, comienza a organizarse en su contra. En 21 meses de gestión, la incompetencia política de la Casa Rosada ha conseguido cimentar un antimileísmo que trasciende cualquier otra divergencia de facción.
En este marco, más allá del resultado de las elecciones de hoy en Buenos Aires y del 26 de octubre en el país, prevalece una gran incógnita: ¿están Milei y sus colaboradores en condiciones de revertir la descomposición política que ellos mismo provocaron? Esta incertidumbre explica mejor que cualquier conspiración los últimos movimientos parlamentarios.
El escándalo “Karina 3%” conduce al líder de Las Fuerzas del Cielo desde las teorías económicas hacia el derecho penal. Algún jurista habrá que le informe, tras su discurso de Los Ángeles, un principio liminar: nadie puede alegar en su defensa su propia torpeza.