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Bullying escolar: «La forma en que los adultos nos tratamos se refleja luego en los chicos»

En diálogo con medios locales, María Zysman, directora del equipo de diagnóstico, prevención e intervención de la Asociación Civil Libres de Bullying, analizó el preocupante aumento de casos de acoso escolar, sus causas y la urgente necesidad de un abordaje integral que involucre a familias, escuelas y medios de comunicación, priorizando la prevención y el cuidado de la salud mental de niños y adolescentes.

Con una trayectoria de casi 30 años en la materia, Zysman describió la evolución en la percepción del fenómeno: «A veces nos costó mucho que se conociera qué es el bullying. Después se dio una vuelta en la cual todo se nombró como bullying, y ahora nos encontramos en una época en donde lo cotidiano es el maltrato, el trato despectivo, discriminatorio, el abuso en las palabras».

Aclaró, además, que si bien el bullying puede ser un precipitador de situaciones graves, no es una causa única y directa. «Hay que ser muy cuidadoso en eso. Que un chico quiera terminar con su vida no depende solamente del bullying, pero el bullying puede ser un precipitador que lo induzca a… pero siempre es multicausal todo esto».

El espejo adulto

Al ser consultada sobre las estrategias de prevención, la especialista hizo hincapié en la responsabilidad de los adultos. «En esta época lo que yo propongo es pensar cómo cada uno de nosotros está tratando al otro, al que tiene adelante. A partir de ahí los chicos ven cómo tratarse», afirmó. Explicó que el bullying se da entre pares, donde se elige a alguien para disminuirlo y así elevar el propio poder frente a espectadores que no saben cómo actuar.

«Fijémonos como adultos cómo estamos tratándonos, cómo tratamos a la escuela, cómo tratamos a las familias, a los vecinos, cómo usamos nuestras pantallas, qué tolerancia tenemos a la espera, a la frustración y a partir de ahí vamos a encontrar algunas claves», propuso Zysman. Subrayó la necesidad de trabajar el clima escolar, fomentar la comunicación y que existan adultos referentes. «Para prevenir necesitamos que haya comunicación entre familia y escuela, y que deje de ser un enemigo el otro», advirtió, señalando que muchas intervenciones se ven limitadas por la reacción defensiva o agresiva de las familias. «Es integral la intervención, hay que enfatizar la prevención para que después haya menos casos que detectar, pero siempre tratando de detectar las cosas en sus inicios», resaltó.

Sobre la transferencia de la violencia adulta, fue contundente: «La forma en que nos estamos tratando los adultos, la violencia que se percibe, la intolerancia que se percibe en la calle, en los medios se refleja luego en los chicos. Lo que encuentran desde el mundo adulto y lo que ven tiene que ver con la violencia y el avasallamiento más que con la escucha, la ternura, la espera».

Importancia del contexto

Frente a la pregunta de qué puede hacer una persona que está siendo atacada y se siente paralizada, Zysman reconoció la complejidad: «Ese es el gran desafío, eso es lo más difícil, porque uno espera que ese chico se defienda y nosotros tratamos de que el contexto lo apoye para que él no sienta como única opción que se tiene que defender». La clave, según ella, está en que el público no avale al agresor y se alíe con la víctima.

Para quien se encuentra solo, su consejo fue claro: «Lo mejor es retirarse de la escena si uno puede y siempre hablar». El trabajo, explicó, consiste en descubrir con el niño o niña qué le gustaría hacer y por qué no puede, para luego brindarle recursos. Pero fue enfática en que «básicamente ese chico no va a poder reaccionar si el contexto no lo apoya a él. Cualquier cosa que haga en su búsqueda de, entre comillas, defensa, lo expone más al ridículo, a la humillación, al maltrato». Por ello, recalcó la necesidad de trabajar grupalmente con los testigos que, aunque no les guste lo que ven, no se animan a actuar.

El rol de los medios

En cuanto al rol de los comunicadores, María Zysman pidió extremar los cuidados: «Hay que tener en cuenta siempre que son chicos, que no hay buenos y malos, que esos chicos tienen que seguir conviviendo». Su recomendación es no dar nombres, no dar ideas, no dar detalles. Sugirió que en momentos de «gran explosión» se debe respetar la edad de los implicados, entrevistar a especialistas y evitar dar suposiciones como verdades.

Hizo un llamado a la prudencia por la salud mental de los jóvenes: «En situaciones donde hay niños, adolescentes involucrados, hay que tener mucho cuidado por la salud mental que ya está bastante descuidada en nuestro país».

Compleja realidad de las escuelas

La directora del equipo de diagnóstico, prevención e intervención de la Asociación Civil Libres de Bullying también defendió el rol de los educadores, muchas veces cuestionados: «Los maestros están recibiendo en las escuelas cantidad de problemas». Mencionó la sobrecarga, la falta de tiempo y la ausencia de apoyo ministerial o familiar como obstáculos comunes. «Si vieran de verdad todo lo que pasa dentro de una escuela, dejarían de pensar en que es porque el maestro no quiere», manifestó.

Criticó duramente el ataque de los padres hacia los docentes, destacando el impacto devastador en los niños. «Los papás son docentes de los chicos, los adultos los tenemos que cuidar. Cuando nos ve desbordados ese chico se siente abandonado, solo y desprotegido. Cualquier golpe que uno le da a la escuela del hijo, le cae al hijo, no le da a la escuela solamente. Entonces hay que cuidar a uno mismo, hay que cuidar al otro y hay que cuidar la institución de la cual uno forma parte», concluyó.

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