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Las crisis vienen siempre a reunirnos y a unirnos

Llegó a los cines la segunda película que lleva el sello autoral de Dolores Fonzi. Luego de su ópera prima, Blondi, Fonzi presenta una historia real ocurrida en nuestra provincia de Tucumán durante los años 2014 y 2016. Detrás del seudónimo de Belén se esconde o se protege la identidad de una joven que llegó a un hospital público y fue acusada de aborto, terminando en la cárcel. No está sola Fonzi ya que en el guión y en la actuación la acompaña Laura Paredes, sumándose varios intérpretes de distintas provincias, como Camila Plaate, quien encarna a Belén. Entre los otros actores conocidos por el público están desde el uruguayo César Troncoso, Luis Machín, Julieta Cardinali y hasta María Marull. Belén ya fue seleccionada para participar en los Festivales de San Sebastián, Biarritz y Roma. Hay que subrayar que la producción fue de Amazon MGM Studios y K&S Films.

—Se anticipó que el guión se basó en los libros: “Libertad para Belén” de la abogada Soledad Deza y “Somos Belén” de Ana Correa. Pero se reconocen frases escuchadas en el Congreso de la Nación cuando se discutió la ley del aborto. ¿Es así?

DOLORES FONZI: Total y exactamente. Hicimos una ensalada con todos los datos más pintorescos y absurdos del momento del aborto y los metimos. Un poco para darle contexto, para reírnos porque eran increíbles y también ejercer justicia poética.

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—¿Te ayudó conocer a la abogada que asumió la defensa, escribió el libro y es quien encarnás en la película?

D.F: Muchísimo. Ella es una persona amorosa, generosa, estuvo súper abierta y entregada. Le preguntamos de todo cuando necesitábamos para el guión. Estuve muy en contacto con ella durante mucho tiempo y ahí sucedió algo. Si escribís el material y encima estás cerca de la persona que vas a representar hay como un estado que te posee y que no tiene que ver con lo racional. Está en un juego de una energía que sucede y eso facilitó muchísimo. Ella estuvo muy contenta de participar, proactiva con la película y sin saber confió en mí, sin verla terminada. Sus gestos con nosotras fueron totalmente amorosos.

—¿Cuál es la diferencia entre firmar una ficción tuya como “Blondi” a ocuparte de una historia basada en hechos reales?

D.F: A mí me parece muy atractivo tratar de representar algo que sí existió, sucedió y darle mi propia voz. Porque para mí, si no tiene esa humanidad el relato, hay algo que se queda medio distante de la realidad. Me gusta ponerme en juego o reírme de mí misma. En Blondi, por supuesto y aquí en Belén también hay una madre atravesada por su dinámica cotidiana, sus hijos, el colegio y le cae un caso real que le cambia la vida. Se le modifica todo porque ella decide ser empática, entiende que hay una injusticia que hay que resolver y se pone al servicio de esa historia. Cómo juega estos dos juegos, ser una persona convencional, tener comida en la heladera, pero a la vez debe ir al tribunal y defender a capa y espada a una chica que es víctima de una injusticia.

—¿Filmaste en Tucumán?

D.F: Sí filmamos en la provincia los exteriores y los interiores en Buenos Aires. Hay un ensamble, pero igual mágicamente la casa de Soledad que aparece en la película se parece mucho a la que tiene en Tucumán. Las calles y las marchas fueron en San Miguel, pero las secuencias de la cárcel son de aquí.

—¿Creés que fueron importantes la difusión y las marchas?

D.F: Claramente la abogada tuvo que buscar todas las herramientas posibles para que tuviera voz. Entré en la historia en el 2016, durante la entrega de un premio hablé del caso de Belén. Obviamente no fui la única, pero sí la primera y a raíz de eso la prensa internacional se interesó por la historia. Para una provincia como Tucumán que se hable del tema fuera del país fue importante. Se convirtió en federal y empezaron todas las marchas, que después se suman al movimiento y se aprueba la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (2020).

—Tu película fue preseleccionada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas Argentina, para los premios Oscar y Goya, junto a “La mujer de la

fila”, “Algo nuevo, algo viejo, algo prestado” y “Homo Argentum”.

D.F: Vamos a depender de los académicos que hayan visto las películas y cuál les guste más. No pude ver ninguna porque estoy filmando en Chile una serie (N.d.R: para Netflix, Mis muertos tristes de Pablo Larrain).

—¿Conociste a la verdadera Belén, a quien tuviste que interpretar?

CAMILA PLAATE: La conocí después del rodaje, lo cual también me sirvió. Creo que me hubiera puesto nerviosa conocerla antes. Siento que la película tiene mucho respeto hacia su identidad, su proceso y todo lo que va a significar para ella saber que su historia esté siendo proyectada en todo el mundo. Nos juntamos en una reunión muy íntima, con su hermana y yo con la mía (Ruth). Las cuatro tucumanas, pudimos hablar más de la sociedad y el cotidiano de la provincia, que es bastante pesado en ese sentido. Es un lugar muy machista. Aunque ahora hay muchas más organizaciones y los jóvenes están abriendo productoras y los artistas nos apoyamos mucho.

—¿Creés que cambió la sociedad tucumana desde el 2016 hasta ahora?

C.P: Para mí, sí cambió muchísimo, porque siento que también cambió la Argentina y el mundo está muy diferente. Estamos viviendo todas las atrocidades que están pasando mundialmente y se está convirtiendo en un lugar muy hostil. Las crisis vienen siempre como a reunirnos y a unirnos. Tucumán es un lugar muy chiquitito, geográficamente, pero suceden muchas cosas. Hay cantidad de casos de violencia de género y niñas que son madres. Está la cultura de la parte indígena, que tiene sabiduría, pero también violencia. Es un territorio pequeño, pero se impone el silencio, la vergüenza y el miedo.

—¿Cómo fue trabajar con actores tucumanos?

D.F: Se hizo un casting enorme que estuvo en manos de Mariana Mitre y de Katia Shekman. La mayor parte de los actores son tucumanos, pero también hay salteños, santiagueños, cordobeses, de todos lados. Eso lo agradezco porque le da humanidad a la película. Tucumán es una provincia de una gran resistencia cultural, de allí eran Mercedes Sosa, Manuela Pedraza y Lola Mora, una contraofensiva frente a la ultraderecha, tan conservadora.

—En este momento, algunos proponen rever la Ley del aborto: ¿qué opinás?

D.F: Espero que lo vivan con sensatez y que no se metan ahí, no les conviene. Hay que querer perder el tiempo político para buscar revertir esa ley con todos los problemas que tiene el país. Primero resuelvan lo que hay que resolver y después, que si quieren sacar un derecho verán con quién se meten. Si tenés algo de sensatez y recordás que fueron seis millones de personas las que se movilizaron, me parece que tenés que tener cuidado.

—¿Creés que esta unión femenina que se ha dado no solamente en la Argentina, sino en el mundo es importante?

D.F: Seguro, porque es algo que se comprobó. Creo que la película también lo hace, que confirma que sí se pudo en algún momento se puede hoy. Eso que se logró se puede volver a lograr: la unión, el trabajo colectivo de las agrupaciones. Cuando hay una marea verde como la que existió se pudo. Eso no de-saparece porque alguien venga a vapulear a las mujeres o a los feminismos, o a cualquier persona. Aunque traten de separar a todo el mundo con esto de “crítica y reinarás”, no va a pasar, porque si hay una necesidad básica que atender, nos vamos a volver a unir y esto es lo que pasa con la película. Belén lo reconfirma, eso pasó, nos unimos, las herramientas existieron, las agrupaciones y la organización también. Si eso vuelve a ser necesario, lo vamos a volver a hacer.

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