En la actualidad, llevar una alimentación equilibrada no debe ser algo complejo. De acuerdo con Jorge Tartaglione, cardiólogo con especialización en nutrición, gran parte del éxito radica en planificar con anticipación y escuchar más atentamente las señales que nos da nuestro organismo.
El secreto está en implementar pequeños cambios que puedan mantenerse en el tiempo, los cuales, al sumarse, producen un efecto positivo tanto para la salud como para la economía personal. Por esta razón, desde Ámbito, recopilamos las recomendaciones más eficaces que pueden facilitar este proceso.
Las recomendaciones clave del especialista
El experto en nutrición y salud cardiovascular compartió estas sugerencias fundamentales. Su propuesta es tan sencilla que incentiva a cualquiera a comenzar con una dieta saludable: «Es fundamental evitar los extremos».
Planificar antes de preparar las comidas
El primer paso hacia una alimentación más organizada es dejar de lado la improvisación. Crear menús semanales y elaborar listas de compras detalladas ayuda a reducir la tentación de optar por productos ultraprocesados cuando aparece el hambre.
Contar con un plan previo no solo simplifica la selección de platos más nutritivos, sino que también reduce el desperdicio de comida y contribuye al cuidado del presupuesto familiar.
Organización de la heladera y la alacena
La manera en que almacenamos los alimentos también afecta lo que finalmente consumimos. Mantener frutas y verduras lavadas y cortadas en recipientes a la vista incrementa las probabilidades de que se conviertan en alternativas naturales para picar, en lugar de recurrir a opciones menos nutritivas como las frituras de paquete.
Asimismo, limitar la presencia de productos con alto contenido de azúcares y grasas en lugares de fácil acceso es una táctica que promueve decisiones más saludables en la vida cotidiana.
Alimentarse con conciencia plena
Más allá de la organización, la manera en que comemos es igual de importante. Prestar atención a las señales de hambre y saciedad, desconectar las pantallas durante las comidas y saborear cada bocado son prácticas que ayudan a reconectarnos con nuestro cuerpo.
Este tipo de alimentación consciente también beneficia la digestión, previene los excesos y permite disfrutar genuinamente de los alimentos, en lugar de comer de manera automática.