sábado, 8 de noviembre de 2025 14:00
La novela más explosiva del espectáculo argentino sumó un nuevo capítulo. Mauro Icardi y Eugenia la China Suárez decidieron mudarse nuevamente a la Argentina, esta vez a un exclusivo country en el barrio San Jorge, y su regreso encendió la furia de Wanda Nara, que, según allegados, “está completamente fuera de sí”.
La información fue revelada en LAM, donde el panelista Pepe Ochoa dio la primicia en vivo. “Finalmente se mudan, organizaron todo, porque la semana que viene están desembarcando en el país y van a su casa nueva, son la China Suárez y Mauro Icardi”, lanzó el periodista, dejando a todos boquiabiertos.
Lejos de las playas turcas y de la “casa de los sueños” en Nordelta, la pareja optó por una nueva residencia, más discreta, pero igual de lujosa. Ochoa confirmó además que “hoy están poniendo todos los muebles en el barrio San Jorge”, dando por hecha la mudanza.
Inmediatamente, Matilda Blanco no pudo evitar preguntar: “¿Y la casa de los sueños?”, a lo que Ángel De Brito retrucó con ironía: “No se soñó”. El regreso del delantero no sería solo por cuestiones sentimentales. Según Yanina Latorre, Icardi aprovecharía unos días libres por la fecha FIFA para avanzar con temas personales.
“Hay cinco días libres por fecha FIFA y esto no gustó en el club porque sigue sin recuperarse”, explicó el hermano de Damasia Ochoa. Sin embargo, lo que más ruido hizo fue la reacción de Nara, que habría explotado al enterarse del movimiento de su ex y la actriz.
“Wanda está endemoniada, porque quiere los once meses de cuota alimentaria y pidió que no lo dejen salir del país, como le pasó a tantos padres deudores. En eso la banco”, reveló Latorre al aire. Fuentes cercanas aseguran que la hermana de Zaira Nara también estaría evaluando acciones legales para reclamar la tenencia total de sus hijas Francesca e Isabella, ante lo que considera una “provocación directa”.
Entre mudanzas, conflictos judiciales y viejas heridas sin cerrar, el triángulo amoroso más mediático del país vuelve a ocupar el centro de la escena. Y como ya es costumbre, ninguno parece dispuesto a dar el brazo a torcer.
