Diciembre se convierte en una oportunidad única para adentrarse en la riqueza espiritual y cultural de Catamarca. La celebración de la Fiesta de la Virgen del Valle atrae a turistas, fieles y vecinos que encuentran en cada templo un relato conmovedor. El momento más esperado es la procesión del 8 de diciembre, que inicia a las 19 desde la Plaza del Maestro y culmina en la Catedral Basílica, una tradición que combina devoción, arquitectura y emotividad en pleno centro capitalino.
En la ciudad Capital, la Catedral Basílica, Monumento Nacional desde 1941, recibe a miles de visitantes que se acercan para recorrer el camarín, observar sus imágenes y apreciar las manifestaciones de agradecimiento. A solo 6 kilómetros del centro se encuentra el Santuario Gruta de la Virgen del Valle, remodelado para ofrecer mayor comodidad sin perder la esencia del sitio donde, entre 1618 y 1620, fue hallada la imagen. El circuito se completa con el Museo de la Virgen del Valle, un espacio moderno y gratuito donde se exhiben mantos, coronas y reliquias de gran valor simbólico.
La localidad de El Rodeo, a 40 kilómetros de la Capital, sorprende con una de las esculturas marianas más grandes del mundo: 52 metros que se elevan en la cima del cerro y superan en altura a la Estatua de la Libertad y al Cristo Redentor. El ascenso puede realizarse a pie o en combi, con recorridos disponibles de jueves a domingo. En Tinogasta, la Ruta del Adobe invita a un viaje al pasado con la iglesia de Anillaco, la más antigua de la provincia, de 1712, la capilla Virgen del Rosario de Andacollo y el oratorio de los Orquera, joyas arquitectónicas construidas en adobe que conservan intacta la espiritualidad de siglos anteriores.
En el departamento Fray Mamerto Esquiú, el turismo de fe se conecta con la historia nacional. La Casa Natal del Beato Mamerto Esquiú, Monumento Histórico Nacional desde 1935, conserva muebles y objetos personales del orador de la Constitución. Desde allí parte el circuito “Torres y Campanas”, que abarca siete iglesias emblemáticas, entre ellas la Iglesia de San José, donde el beato proclamó su célebre discurso constitucional en 1853, un recorrido que combina espiritualidad, tradición y un patrimonio arquitectónico invaluable.
