domingo, 7 de diciembre de 2025 22:00
Catamarca vive sus horas más intensas de fervor religioso. Este lunes 8 de diciembre culminarán las festividades en honor a la Virgen del Valle con la solemne procesión, y la capital provincial se encuentra desbordada por la incesante afluencia de peregrinos. Según el último informe policial, más de 285.000 fieles ingresaron al Valle Central para participar en las tradicionales fiestas marianas, una cifra que subraya la magnitud de la devoción.
El foco de esta movilización masiva está puesto en la profunda fe y el sacrificio de los devotos, quienes recorrieron kilómetros, a menudo en condiciones climáticas adversas, para postrarse a los pies de la Imagen. El Esquiú Play dialogó con algunos de estos peregrinos, quienes ofrecieron conmovedores testimonios de su esfuerzo y motivación.
Promesas, salud y agradecimiento
Para muchos, el viaje es una expresión de gratitud por las «expectativas cumplidas» y una súplica por el bienestar familiar. Enrique, quien tardó más de 12 horas en su travesía, sintetizó el sentir colectivo: “Mi motivación es para que nos cuide tanto como la salud de la familia, para los enfermos, y que siempre estamos agradecidos porque siempre nos cumple nuestra expectativa que tenemos para que todo salga bien, más la salud y el bienestar de la gente”.
La dificultad del camino no ha mermado el espíritu de los viajeros. Santiago, que decidió recorrer el trayecto desde la capital tucumana en bicicleta, relató: “La ruta estaba muy linda, pero lo que nos puso dificultades fue el agua. Mucha agua. Todos los días que viajamos, mucha agua”. Sin embargo, destacó la solidaridad recibida: “Recibimos mucha asistencia. La verdad que muy bien la gente que ayuda a los peregrinos y la verdad que muy bien todo. Nunca nos falta el agua, la fruta, el mate cocido”.
Una tradición que trasciende décadas
El testimonio de la fe se extiende por décadas. Lucas Arias, oriundo de la localidad tucumana de Aguilares, reveló una tradición personal de 23 años ininterrumpidos: “Mi motivo ha sido para que la Virgen me ayude a mi familia, para que lo vaya bien, para que toda la gente siempre esté bien”. Arias, que peregrinó junto a un grupo de casi 30 personas, incluidas mujeres y niños, recorrió unos 150 kilómetros, enfrentando «lluvia, calor y así pasa». El esfuerzo se ve recompensado por la asistencia que reciben, un gesto que agradecen «de corazón».
Incluso medios de transporte centenarios se suman a la peregrinación. Juan Pérez, también oriundo de San Miguel de Tucumán, arribó en sulky. Su devoción se origina en una promesa de alto impacto personal: “Vengo por una promesa a la Virgen. En su momento le pedí que me dé fuerzas para dejar de fumar, y ahora hace 26 años que no fumo cigarrillos”, relató, destacando que llevan 20 años realizando esta peregrinación, cuidando a sus caballos con paradas estratégicas y provisión de agua y maíz.
La llegada de decenas de miles de peregrinos a la Capital evidencia una fe profunda de fieles locales y de otras provincias hacia la Morena del Valle.