lunes, 22 de diciembre de 2025 15:10
El Esquiú Play tuvo la posibilidad de hablar con Angie quien acaba de cumplir uno de los objetivos más importantes de su vida: se recibió de Licenciada en Psicología, demostrando que la perseverancia y la resiliencia pueden superar cualquier obstáculo. Nacida con parálisis cerebral, Angie convivió desde pequeña con una discapacidad motriz que marcó su infancia, su etapa escolar y su camino hacia la vida adulta.
La condición le fue detectada al poco tiempo de nacer, cuando sus padres advirtieron dificultades en su desarrollo motriz. En un primer momento, los pronósticos médicos fueron desalentadores, pero la familia decidió apostar por la rehabilitación. Angie inició terapias en el sistema público de salud y durante varios años trabajó intensamente para mejorar su calidad de vida.
Su ingreso al sistema educativo no fue sencillo. A los seis años le negaron inicialmente el acceso a la escuela primaria debido a su discapacidad, y una vez incorporada sufrió durante años situaciones de violencia y bullying por parte de sus compañeros. La discriminación se profundizó en el nivel secundario, lo que la llevó a cambiar de institución para poder continuar sus estudios en un entorno más contenido.
A pesar de las dificultades, Angie logró finalizar la escuela y, con 18 años, comenzó la carrera de Psicología en la Universidad Barceló, en la provincia de La Rioja. El proceso universitario implicó nuevos desafíos: adaptarse a la vida adulta, enfrentar la sobreprotección familiar y aprender a desenvolverse de manera independiente, desde usar el transporte público hasta organizar su rutina diaria.
Con el paso del tiempo, encontró su lugar en la carrera y descubrió una fuerte vocación por el trabajo con niños, adolescentes y personas con discapacidad. Su historia personal fue clave para comprender las problemáticas vinculadas a la discriminación, los prejuicios y la falta de información que aún persisten en la sociedad.
Angie destaca el rol fundamental de su familia, especialmente de sus padres, quienes la acompañaron y apoyaron de manera incondicional en cada etapa de su vida. “La discapacidad no es una enfermedad, es una condición”, remarca, y subraya la importancia de la inclusión real desde el hogar, la escuela y la comunidad.
Recientemente graduada, Angie planea regresar a Catamarca, donde vive actualmente en la localidad de Sumalao, con la intención de trabajar en un centro de día para personas con discapacidad. Su historia se convierte así en un mensaje de esperanza y motivación, demostrando que los sueños pueden alcanzarse con esfuerzo, acompañamiento y convicción.
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