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Balance paupérrimo

Uno de los capítulos que más debate suscitó en la denominada Ley Bases, que acaba de cumplir un año desde su sanción, es el de la creación del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones). El RIGI fue votado por legisladores catamarqueños en el Congreso de la Nación y recibió la adhesión de la Legislatura de la provincia, con el voto negativo de solo tres diputados: Adriana Díaz, Pablo Castro y Armando López Rodríguez.

El Gobierno nacional presentó el régimen como una herramienta para atraer inversiones en sectores productivos altamente concentrados y justificó los amplios beneficios otorgados a los potenciales inversores, sobre todo en materia impositiva, por los enormes flujos de inversión privada que presuntamente iba a captar, movilizando la economía argentina. Doce meses después el balance es paupérrimo y revela un fracaso de la herramienta diseñada por el trío Milei-Caputo-Sturzenegger.

Desde la asunción de Milei hasta mayo de este año, el rubro Inversión Extranjera Directa (IED) resultó negativo en USD 1.500 millones. Desde la asunción de Milei hasta mayo de este año, el rubro Inversión Extranjera Directa (IED) resultó negativo en USD 1.500 millones.

Se esperaba que decenas de proyectos se canalizaran a través del RIGI, pero solo se presentaron 14 y se aprobaron apenas 5. De esos 5, 3 ya estaban en marcha antes de la aprobación de la Ley Bases, es decir, que no necesitaban de las prerrogativas otorgadas a través de la norma. Se trata del Parque Solar El Quemado, Vaca Muerta Oleoducto Sur y Salar del Rincón. Un dato relevante es que el grueso de los capitales que se postularon al régimen es de la empresa estatal YPF.

Durante el gobierno de Mauricio Macri se popularizó una frase empleada por el entonces presidente y replicada por algunos de sus funcionarios respecto de las expectativas que depositaban en los capitales extranjeros que iban a dinamizar la economía local. Hablaron de “lluvia de inversiones”, que finalmente nunca llegó. Algo similar sucede en la actualidad. Desde la asunción de Milei hasta mayo de este año, el rubro Inversión Extranjera Directa (IED) resultó negativo en USD 1.500 millones.

Hernán Letcher, del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), sostiene sobre el RIGI y las inversiones que no llegan: “Las empresas se van, no llegan. Hasta ahora no se ha registrado el desembolso de un solo dólar de IED correspondiente a estos proyectos, lo que deja en evidencia el desfasaje entre las promesas del régimen y su implementación real. Además, la potencial liquidación de dólares resulta débil: los 5 proyectos aprobados significan un aproximado de USD 2.000 millones, con la obligación de desembolsar solo 20% en los 2 primeros años. Peor aún, el RIGI habilita la libre disponibilidad de divisas desde el tercer año de los proyectos”.

Una de las causas por la que los capitales privados se resisten a invertir en Argentina es por el déficit de sustentabilidad del programa económico. La relativa estabilidad macroeconómica se encuentra amenazada por la escasez de divisas y la presión por el dólar. En ese contexto, y con una contracción notable del mercado interno, la fragilidad económica sigue siendo una restricción, aun con las enormes ventajas que el RIGI ofrece en el mediano y largo plazo.

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