Más ajuste para cumplir con los usureros internacionales
El Fondo Monetario Internacional aprobó la primera revisión del acuerdo con el gobierno de Javier Milei, habilitando un nuevo desembolso por 2.000 millones de dólares, que se suman a la pesada carga de deuda externa ilegítima que arrastra el país. La aprobación se da en el marco de una política de ajuste brutal contra el pueblo trabajador y de una entrega total al capital financiero internacional.
Mientras el oficialismo celebra la decisión como un “respaldo al rumbo económico”, en realidad se trata de un nuevo episodio de sometimiento nacional al Fondo Monetario, que exige como contrapartida una profundización del ajuste fiscal, más recortes a las jubilaciones, tarifazos y reformas regresivas.
Más deuda, más dependencia, menos soberanía
Lejos de ser una solución, este nuevo desembolso profundiza el esquema de dependencia estructural de la Argentina con el FMI, que ya impuso una hoja de ruta para el saqueo. Los desembolsos están atados al cumplimiento de metas de superávit fiscal y reducción del gasto público, que en la práctica significan más despidos, menos presupuesto para salud y educación, destrucción del sistema previsional y tarifazos impagables para millones.
La celebración de Caputo y Milei por este “respaldo” es una nueva muestra de cómo el gobierno actúa como gerente de los intereses imperialistas, al servicio de un programa económico que beneficia a las grandes patronales, al agronegocio y al capital financiero, mientras empuja a la miseria a millones de personas.
El FMI aprueba, el pueblo sufre
La revisión aprobada por el staff técnico del FMI reconoce que el gobierno ha cumplido con sus exigencias. ¿Qué significa eso en la realidad? Congelamiento de salarios y jubilaciones, paritarias por debajo de la inflación, despidos masivos en el Estado, recorte de subsidios, y una política económica de motosierra que ha licuado el ingreso de las mayorías populares.
Mientras los “mercados” celebran, los comedores populares no dan abasto, los hospitales carecen de insumos básicos, y las provincias no pueden pagar sueldos. Todo para cumplir con las metas que impone un organismo que responde a los intereses del capital financiero internacional, y que ya fracasó rotundamente con el acuerdo firmado con el gobierno de Macri, responsable directo del endeudamiento criminal que hoy se profundiza.
¿Y la soberanía?
La aprobación del FMI no solo es un “bálsamo” coyuntural para las reservas, como titulan los grandes medios, sino un nuevo clavo en el ataúd de la soberanía económica argentina. Los condicionamientos del Fondo le imponen al país un corset estructural que bloquea cualquier posibilidad de un desarrollo independiente, sustentable o con justicia social. La política económica está literalmente intervenida por Washington y los centros del poder económico mundial.
Desde el Frente de Izquierda y otras organizaciones sociales y políticas se denuncia este rumbo y se exige el no pago de la deuda al FMI, la ruptura con el organismo, y una auditoría popular sobre la deuda externa. Al mismo tiempo, se plantea la necesidad urgente de un programa económico alternativo, obrero y popular, que parta de las necesidades sociales más urgentes: trabajo, salud, educación, salarios y vivienda.