Este miércoles concluyó la etapa de declaraciones en el juicio por el asesinato de Marcelino Pachado, donde están acusados los hermanos Barros y Gustavo Varela. En esta última jornada, la defensa presentó a los denominados testigos de abono, entre ellos familiares directos de los imputados, que buscaron desligarlos del hecho.
Las parejas de los acusados afirmaron que los Barros son “una familia de trabajadores” y pusieron en duda el testimonio clave de Vanessa Segura, testigo presencial del crimen. Además, sugirieron que su declaración podría estar motivada por conflictos personales, aunque no aportaron pruebas concluyentes. Sus dichos contrastaron con las versiones ya incorporadas en el expediente.
Durante la audiencia también prestaron declaración peritos forenses, vecinos de la zona y los propios acusados. Cristian “Quililo” Barros Padres y su hijo Marcelo Ezequiel Ineri se manifestaron inocentes, mientras que Gustavo Varela optó por abstenerse de declarar. Ninguno respondió preguntas de las partes.
El juez Silvio Martoccia dispuso un cuarto intermedio hasta este jueves, cuando se presentarán los alegatos finales. El jurado popular deberá emitir un veredicto que podría implicar prisión perpetua, según lo establecido en el Código Penal para la calificación legal del hecho.