El pasado fin de semana largo, la Casa de la Puna fue epicentro de numerosas propuestas para celebrar el carnaval, durante dos días en los que el público se sumó a los talleres, shows de música y danza, la feria de emprendedores y la ceremonia de desentierro del Pujllay, propuestas que formaron parte del ciclo “Soy feliz viviendo el Carnaval en SFVC”, organizado por la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico de la Municipalidad de la Capital.
El domingo hubo un Taller de Máscaras a cargo de Carolina Paradela, en el que adolescentes y adultos aprendieron a realizar este típico elemento al estilo de los disfraces del carnaval andino. De esta manera, usando telas recicladas, hilos, lanas, lentejuelas, botones y bordados tridimensionales, evocaron en sus creaciones a los carnavales de Mutquín. “En realidad este tipo de comparsas vinieron desde Perú y llegaron en los años 60 a Mutquín”, explicó la docente y artista plástica reconocida en el medio. “A este tipo de comparsas las integran varones y entonces generalmente son ellos los que elaboran sus propios disfraces, reciclando material. Aquí vinieron a participar chicas y chicos así que estoy muy contenta porque es también una forma de recuperar una tradición” agregó.
En el patio de Casa de la Puna, niños y adultos presentaron la producción musical resultante del Taller “Sonidos de Carnaval”. La propuesta, a cargo de Pablo Olaz, los motivó a crear sus propios instrumentos musicales, no convencionales, también con elementos reciclados. “Realmente soy un amante de la cultura catamarqueña y de lo que son las chayas y me gustó brindar este taller, en el marco del Carnaval, en el que se construyeron más de 20 cajas chayeras, además de silbatos y shakers o maracas. Me parece bastante lindo que la cultura siga viva y, especialmente en los niños porque es sembrar a futuro”, destacó el docente y artista. El grupo se presentó junto a la banda Amalgama, integrada por profesores de música, un ensamble musical interpretando “Diablito del carnaval”, creación del artista catamarqueño Diego Marioni. “Realmente los niños siempre están abiertos a estas cosas creativas. Y es lindo que en lugar de quedarse en la casa a jugar videojuegos o con el celular, que vengan a querer construir instrumentos, a cantar, a juntarse y divertirse. Me parece que eso también forma parte del queahacer cultural”, destacó.
La Casa de la Puna también ofreció la segunda jornada de Feria Artesanal y de Objetos de Diseño y, durante la noche, el espectáculo continuó en las afueras adonde turistas, residentes y vecinos pudieron disfrutar de sorteos y del espectáculo que contó con la conducción de Jorge Álvarez. De esta manera, con la danza del Ballet Atahualpa Yupanqui y las actuaciones del Tamara Paz, la breve participación de Federico Miranda, que fue invitado a interpretar un tema, y el grupo Voces del Viento, se dio un cierre plagado de autenticidad y alegría a la jornada carnavalera.
Cierre para el Taller de Cerámica
Con la quema de las piezas de arcilla creadas por chicos y grandes durante enero y febrero, finalizó el ciclo de Talleres de Cerámica organizado por la Capital. De esta manera, las dinámicas jornadas que convocaron a numerosas personas tanto en Casa de la Puna como en el Pueblo Perdido de la Quebrada, tuvieron su cierre con la cocción de cerámica a fuego directo que realizaron Sofía Goulú y Mao Olmedo, las ceramistas a cargo de la propuesta.
Como balance, ambas destacaron el éxito de la iniciativa que sirvió para conectar el presente con las tradiciones ancestrales, dando la posibilidad al público en general de demostrar sus habilidades en el moldeado y la creatividad puestas de manifiesto en las piezas.
“Finalizamos el taller felices, aprendiendo también nosotros quienes enseñamos porque es un aprendizaje el poder ver las distintas maneras en que especialmente los niños pueden crear. Me siento muy agradecida por el espacio, la atención y estamos satisfechas por el trabajo que nos propusimos”, señaló Mao.
Las artesanas explicaron, paso a paso, el proceso llamado rescate de la cerámica, o también cerámica de tradición, que es un método ancestral utilizado por diversas culturas alrededor del mundo para darle forma final a objetos de cerámica. Este proceso implica el calentamiento de las piezas a altas temperaturas sin la intervención de hornos modernos, sino mediante el uso directo del fuego. “Se realiza una quema directa, en la que se va a graduando la temperatura del horno. Es muy simple y elemental porque puedo, con un horno de ladrillo, arcilla, barro y leña realizar piezas artesanales”, explicó Mao tras indicar que, por esta razón, se suele iniciar el trabajo con una ceremonia de ofrenda y agradecimiento a la Pachamama.
“Comenzamos con una corpachada, dando gracias la Madre Tierra y también pidiéndole protección, luego elegimos las piezas y prendemos el fuego que se mantiene bajo las primeras horas, para que las piezas se vayan calentando gradualmente, proceso denominado templado”, agregó Sofía.
A medida que el calor va ascendiendo de 300 a 900 grados, las piezas se van endureciendo y adoptando la consistencia, el color y la forma definitiva. Todo se logra con una constante supervisión: “vamos midiendo el fuego, viendo el color y alrededor de 5 horas, cuando la llama sale por la boca del horno, nos damos cuenta que todas las piezas se ponen incandescentes y significa que está listo. Cuando el fuego se apaga, dejamos que el horno se enfríe y al otro día se retiran las piezas ya cocinadas, dejan de ser arcilla y se convierten en cerámica”, finalizó.
Texto y fotos: Gentileza Municipalidad de la Capital