InicioSociedadUrbanc presidió la celebración de la Pasión del Señor en la Catedral

Urbanc presidió la celebración de la Pasión del Señor en la Catedral

Este Viernes Santo, 18 de abril, a las 15, el obispo diocesano Mons. Luis Urbanč presidió la conmovedora Celebración de la Pasión del Señor en la Catedral Basílica y Santuario de la Virgen del Valle, acompañado por los presbíteros Juan Ramón Cabrera (rector), Ramón Carabajal (capellán) y Reinaldo Oviedo.

La liturgia comenzó en profundo silencio. El Obispo y los sacerdotes, revestidos de rojo, se postraron ante el altar como signo de humildad y reverencia, mientras los fieles los acompañaban de rodillas. Tras la lectura del Evangelio de la Pasión, Mons. Urbanč recordó que la muerte de Cristo fue anunciada por los profetas a lo largo de los siglos y que todo en el relato se va cumpliendo según las Escrituras. “El Hijo de Dios, en la plenitud de su vida, entregó esa vida por nuestra salvación… y también nos entregó a su Madre”, expresó.

En su reflexión, destacó que del costado traspasado de Cristo nace la Iglesia, simbolizada en el agua del Bautismo y la sangre de la Eucaristía. Exhortó a vivir el resto de la jornada con recogimiento, oración y penitencia: “Pidamos perdón a Jesús por nuestros pecados y por aquellos que no lo hacen”. Y rogó: “Que la Madre Dolorosa, que no se escondió ante el dolor de su Hijo, nos ayude a conmovernos verdaderamente y a vivir una conversión duradera”.

Durante la Oración Universal, se elevaron súplicas por toda la Iglesia, el Papa, los pastores y fieles, los catecúmenos, la unidad de los cristianos, el pueblo judío, los no creyentes, los gobernantes y todos los que sufren en el mundo. Luego, se realizó la adoración de la Santa Cruz, portada por el Obispo y descubierta progresivamente hasta llegar al presbiterio, donde los fieles pudieron venerarla.

La colecta especial por Tierra Santa se realizó durante este momento, destinada a sostener la misión evangelizadora en los Santos Lugares. También se hizo memoria de los Dolores de María junto a la Cruz.

Finalmente, el altar fue preparado para la Comunión. El Santísimo Sacramento fue llevado desde la reserva y distribuido a los presentes. La celebración concluyó en silencio, en señal de profundo respeto y contemplación.

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